Manos que sienten

El niño vive en el momento presente e interactúa con el mundo desde la plenitud. Se para a mirar una fila de hormigas, a oler unas flores, a tocar la rugosidad de un tronco, para sentir el mundo a su alrededor. Porque es a través de los sentidos que aprende y que va incorporando la información sobre cada objeto. Esa es su naturaleza, la simplicidad, la vida plena, sin prisas, maravillándose por las pequeñas cosas. A los adultos nos tienen que volver a entrenar para poder vivir con plenitud, centrándonos en el momento presente, mientras que los niños ya vienen con esa cualidad de disfrutar de cada momento. 

El ser humano se relaciona con el mundo que le rodea a través de los sentidos. Vemos, escuchamos, tocamos, olemos y toda esta información que recibimos del exterior es enviada al cerebro para que podamos interactuar con el mundo que nos rodea. Los órganos de los sentidos son receptores y vías especializadas que conducen señales al cerebro para que se produzca la experiencia sensorial primero, y la perceptiva después. En realidad, es nuestro cerebro el que ve y oye, pero no dispone de ninguna ventana hacia el exterior, y por tanto debe interpretar las señales que recibe a través de los sentidos. 

Así pues, los sentidos tienen un gran protagonismo para poder captar el exterior y poder aprender de él. De los tres a los seis años, el niño se encuentra en el período para recibir sensaciones, hay que ofrecerle objetos y actividades que le permitan absorber lo que la naturaleza le impulsa absorber. Cada una de las presentaciones y objetos que se ponen a disposición del niño deben ser cuidadosamente estudiadas y analizadas, para estimular los sentidos del niño con un fin específico (propósito). A través de la libre elección y el uso de estos objetos, el niño será capaz de construir su personalidad ordenadamente.  

Con el Área Sensorial, tal y como se entiende en la pedagogía Montessori, pretende desarrollar y refinar los sentidos; conectar los sentidos a la vida psíquica, generando una organización interna del cúmulo de sensaciones y desarrollar la inteligencia del niño. 

El Área Sensorial es una parte muy importante del ambiente de Casa de los Niños, ya que tiene un gran valor en el desarrollo de los niños y niñas de entre 3 y 6 años, los cuales se encuentran en la etapa de desarrollo del Embrión Psíquico, que se caracteriza porque la mente absorbente se vuelve consciente y guía al niño en su desarrollo a través del impulso vital urgente (Horme) y surge de ellos y ellas la necesidad de clasificar y ordenar toda la información que recibieron en la etapa anterior, buscando así el orden y la clasificación para llegar a la exactitud en aquello que hace.  

A esta edad, las niñas y los niños se encuentran en el periodo sensible del refinamiento sensorial, que se caracteriza por la percepción de las sensaciones y su interpretación por el sistema nervioso. Es en este periodo sensitivo en el que se ofrecen actividades sensoriales para percibir la realidad a través de los sentidos, para poder integrarla como paso previo al desarrollo intelectual de los niños y las niñas y poder llegar, así, a la abstracción.  La importancia de la educación sensorial dentro del currículum Montessori se debe a la consideración de estructurar, ordenar y focalizar las tareas del niño para frutos exclusivos de los procesos de maduración de cada uno de estos, otorgando experiencias para futuros aprendizajes, ya que el desarrollo de los sentidos precede al de las actividades superiores intelectuales.  

Los materiales

Los materiales del Área sensorial permiten al niño organizar las impresiones del exterior, ordenarlas y entenderlas. La actividad en esta área empieza con muy pocos estímulos, que ofrecen grandes contrastes entre sí; para, de forma progresiva, trabajar con más estímulos y más objetos con diferencias sensoriales cada vez más imperceptibles. Posteriormente se ofrecen ejercicios de emparejamiento donde se deben buscar los iguales entre los contrastes y, finalmente, hacer gradaciones con un determinado orden. Así, se pretende que, mediante el orden, se llegue a la exactitud, una de las Tendencias Humanas. De la misma manera, se aísla la dificultad, permitiendo al niño concentrarse en la cualidad que sea del interés y, de esta manera, llegar a la normalización. Una vez el niño o la niña dominan el uso del material, la repetición del trabajo los lleva a la perfección. Es en este momento, en el que la guía se retira y respeta el trabajo y el ritmo del niño. Así, el silencio surge como consecuencia de la concentración espontánea.  

El material del Área Sensorial está pensado para que sea el propio niño quien tenga control del error, elemento indispensable para que desarrolle tolerancia y respeto hacia uno mismo y hacia los demás; valorando el propio esfuerzo sin la necesidad de que el adulto esté presente para la corrección o para el reconocimiento de la actividad. Así, el error aparece como una oportunidad más para el aprendizaje, generando a la vez confianza del niño sobre sí mismo.  

El ambiente preparado

El ambiente preparado va a facilitar la formación de los niños y las niñas; cubriendo, en primera instancia, sus necesidades y presentando los materiales de una forma ordenada y al alcance de los niños, permitiéndoles así la independencia a la hora de elegir los materiales con los que trabajar; y a la vez permitiendo el desarrollo de la actividad espontánea y de la libre elección y, por lo tanto, la capacidad de decisión de los niños tan vinculada con la autodisciplina y el autocontrol. Para llegar a esta autodisciplina y autocontrol, es necesario que la guía observe el momento en el que se encuentra el niño, y reconocer que está preparado para el uso del material, así como despertarle interés.  

El orden, como una necesidad de los niños; tal y como indica la Dra. Montessori (1936), “el orden de las cosas significa conocer la colocación de los objetos en el ambiente, recordar el lugar correspondiente a cada uno. Esto representa orientarse en el ambiente poseyéndolo en todas sus particularidades” (p. 59), y, por lo tanto, explorar y orientarse en el espacio (Tendencias Humanas). Este orden también hace referencia a cuándo y cómo se presenta cada uno de los materiales y ejercicios.  

La disposición del ambiente también va a permitir el movimiento (como otro Periodo Sensitivo de esta etapa), tan importante para la construcción de la psique, de la consciencia y de la inteligencia; que se construyen gracias a las experiencias obtenidas del ambiente, y este ambiente no se puede explorar sin movimiento.  

El trabajo de la guía

El trabajo de la guía se divide en dos etapas: la presentación del material y la intervención para dar una nomenclatura exacta para ayudar a hablar correctamente; pero siempre siendo breve y usando las palabras suficientes y necesarias. Estas presentaciones deben satisfacer el Periodo Sensitivo del lenguaje que va desde el nacimiento hasta los 6 años. En la Casa de los Niños, el niño descubre que cada cosa tiene su nombre y aparece la etapa lingüística. Así, para introducir o ampliar el vocabulario, la Guía ejecuta la Lección de los tres periodos: el primero corresponde a la asociación del nombre con el objeto; el segundo al reconocimiento del objeto que corresponde al nombre y, el último, a la comprobación de los dos anteriores donde la Guía provoca que el niño exprese la palabra correspondiente al objeto.  

Además, la guía actúa como facilitadora del Ambiente, mostrándose respetuosa hacia los ritmos de los niños y dejando que éstos trabajen guiados por su propia naturaleza, ya que están dotados de potencialidades para desarrollarse en el entorno que les rodea (Nebulosas), consiguiendo por ellos mismos la satisfacción del aprendizaje. Un acompañamiento sin premios ni castigos; reconociendo en todo momento las necesidades y los intereses de los niños y dándoles respuesta.  

Refinando los sentidos con propósito

Con el Área Sensorial, el niño puede concentrarse en el refinamiento de todos sus sentidos, desde el visual hasta el estereognóstico. El propósito de esta área es que el niño adquiera información clara y consciente, para luego poder hacer clasificaciones en su entorno. Es a través de los sentidos que el niño aprende del entorno, tal y como decía Montessori, es un “explorador sensorial”. Es necesario un desarrollo coherente y consciente de los sentidos, así como poner orden a este mundo sensorial ya que será el inicio de la construcción de la inteligencia del niño. A través del Área Sensorial el niño realiza ejercicios con un propósito concreto y busca, a través de la repetición, la perfección del Ejercicio, llegando así a una autodisciplina, independencia y un orden interno que son posibles gracias a un Ambiente Preparado que permite al niño seguir su propio ritmo de aprendizaje, controlar el error y circular libremente según sus necesidades e intereses. Gracias a esta libertad y persecución de la motivación intrínseca, el niño llega a un estado de concentración que le lleva a la normalización. 

No cabe la menor duda de la importancia de esta Área para el desarrollo de la persona y se puede comprobar cómo toda la mirada y filosofía de la Dra. Montessori se representa claramente en el tipo de materiales, la organización del espacio, la manera de presentar y el lenguaje del adulto, así como su en su rol, entre otras cosas.

La importancia del tacto

El mundo se ha vuelto un lugar cargado de estímulos visuales y auditivos que llenan a los pequeños de información, que muchas veces no saben cómo procesar. Sin embargo, ellos exploran a través de todos sus sentidos y necesitan, entre otros, sentir a través del cuerpo y de las manos. El tacto les permite delimitar su mundo y crear conexiones emocionales con otras personas desde el nacimiento. Por eso se le da tanta importancia al contacto piel con piel desde un primer momento. A través del tacto reciben el afecto de sus padres: un abrazo, una caricia, un masaje, y esto construye su bienestar emocional y su confianza en el mundo y en sí mismos. Estos actos, contienen mucha información sensorial y también ayudan a construir su mundo interno. Rudolf Steiner decía que lo que se siente a través del tacto se proyecta en el interior del ser humano. 

El tacto es el gran olvidado pero es el que nos permite conectar con las personas a nuestro alrededor y comprender el mundo que nos rodea, sintiéndolo, clasificando las percepciones que vamos percibiendo sobre los objetos que tocamos: rugoso, liso, frío, caliente, pesado, ligero, etc. Es toda la superficie de nuestro cuerpo, la que nos puede dar información sobre este sentido tan especial. Es nuestro punto de entrada al mundo en el que vivimos. Vestirse, bañarse, o andar, son actos en los que el tacto siempre está presente. Desde pequeños, el tacto nos permite aprender sobre los límites de nuestro propio cuerpo, cuando nos tocan o cuando tocamos algo.

Es por esta razón que es de vital importancia tocar a los niños con mucha dulzura, con movimientos tranquilos y nada bruscos, para que a través del tacto de los adultos que los cuidan se sientan seguros y puedan definir esos límites físicos desarrollando su conciencia corporal. Esto generará en su interior una vivencia de amor y delicadeza. 

El tacto es uno de los aspectos más importantes en el aprendizaje. Nos da información sobre el objeto que tocamos, su textura, el tipo de material, su temperatura, humedad, etc. Por eso, es importante ofrecer materiales interesantes al tacto, seleccionados por sus propiedades concretas. Evitar cosas de plástico en la medida de lo posible, ya que este no transmite ninguna vibración, como lo hace la madera, la seda, la lana, el algodón, etc. Las cosas que le ofrecemos son de gran importancia para construirse interiormente.

Mesas de experimentación

Aunque no es un recurso Montessori, se pueden proporcionar mesas de experimentación para que los niños hagan muchas de las cosas que están presentes en las bandejas de vida práctica, como trasvasar, limpiar, cepillar, etc. Las mesas de experimentación son espacios de juego, donde el niño puede experimentar libremente con los materiales seleccionados por el adulto.