Manos que leen y escriben

Tarjetas en tres partes

Las tarjetas en tres partes se utilizan para aprender nomenclatura concreta. Se pueden crear sobre cualquier tema que le interese al niño. Están compuestas por:

  • Una tarjeta de control con una imagen y el nombre del objeto representado.
  • Una tarjeta con solo la imagen.
  • Una tarjeta con solo el texto.
  • Las dos últimas juntas formarían la primera representación. 

Cuando los niños no saben leer, basta con enseñar las imágenes e introducir el vocabulario. En este caso, pueden jugar a emparejar la tarjeta de control y la imagen, o incluso el texto si ya se ha empezado a introducir la grafía de las letras. Cuando empiezan a leer, pueden practicar mediante la lectura de estas palabras y emparejarlas a la imagen. La tarjeta de control les sirve en este caso para comprobar si lo han emparejado de forma correcta. También se puede añadir una tarjeta con definiciones cuando ya saben leer, y también libritos caseros de nomenclatura.

También se puede usar la lección en tres periodos para introducir la nomenclatura de las tarjetas de control.

Preparándose para la escritura

En Montessori, al igual que en Waldorf, se aprende primero a escribir y más adelante a leer. Para preparar la mano para la escritura, se tienen que haber realizado muchas actividades de vida práctica que permitan al niño controlar sus manos. Una vez las manos estén preparadas y tengan cierto control de movimiento, se les presentan los resaques metálicos. Este material consiste en unos resaques de formas geométricas, que el niño puede practicar a trazar. Estas formas geométricas contienen todos los trazos que el niño necesitará para escribir las letras. Una vez pueden dibujar las formas, se introducen ejercicios para rellenar ese espacio y crear diferentes diseños en un orden concreto. 

Una alternativa a este material consiste en utilizar resaques de cualquier otro tipo, aunque las formas son sencillas como punto de partida. Se podrían buscar objetos por la casa que nos permitan copiar estas formas, como por ejemplo utilizar un vaso para seguir su contorno.

Los juegos de sonidos

En la pedagogía Montessori, antes de introducir las letras, se aprenden los sonidos. Para ello se realizan una serie de juegos, que permiten a los niños darse cuenta de que cada palabra la componen varios sonidos. Este es el principio del proceso de lecto-escritura. No se presentan las letras todavía. La idea es que los niños adquieran primero la conciencia fonológica, la cual luego asociarán con las letras en una segunda etapa. El proceso de lecto-escritura está detallado en el libro: Ayude a sus hijos a leer y escribir con el método Montessori, de Lynne Lawrence.

Se empieza por identificar el primer sonido de cada palabra, utilizando el juego y unos objetos en miniatura. Estos juegos se pueden empezar a temprana edad y son un puro placer para el niño, que se siente atraído por estos objetos pequeños. Los objetos pueden ser parte de una casita de muñecas, o cosas pequeñas que uno va guardando, como gomas con formas. También se pueden crear con fimo. 

Una vez pueden diferenciar sonidos, se pueden introducir las letras de papel de lija para asociar los sonidos aprendidos con la grafía correspondiente. Los objetos también se pueden guardar en cajoncitos para facilitar su uso.

Las letras de papel de lija

Son unas letras sensoriales, normalmente hechas de papel de lija sobre una base. El niño aprende cada letra por el sonido que representa, y no por el nombre de la letra del alfabeto. Normalmente, las vocales vienen sobre un fondo azul y las consonantes sobre un fondo rosa o rojo. Esto es para que se puedan distinguir. 

Las letras de papel de lija se trazan con los dedos índice y corazón juntos, después de haberse lavado las manos para ganar sensibilidad. 

Estas letras tienen como objetivo que el niño integre el movimiento de la letra a través del tacto y del sentido kinestésico (movimiento de la mano). No es necesario comprarlas o que estén hechas con papel de lija. Hay muchas versiones accesibles y también es fácil crear unas utilizando fieltro sobre cartón, o incluso con cola y arena, o cualquier otro material que haga la experiencia sensorial.

Para crear las letras, es necesario decidir qué tipografía se va a utilizar en el aprendizaje de la lecto-escritura. Maria Montessori estaba a favor de usar cursiva, ya que los movimientos son más naturales que cualquier otra tipografía, y es fácil pasar de una letra a otra. Hay que tener en cuenta, que la misma tipografía se tendrá que usar para las letras de papel de lija y para el alfabeto móvil. 

Se puede crear una versión casera creando las letras con tela de saco, terciopelo o papel de lija sobre una base de cartón. La otra opción sería crear letras sensoriales con el niño. Estas tendrían el mismo efecto que las letras de papel de lija, porque lo que se busca es que sea una experiencia táctil.

Cuando se aprende cursiva, el niño hace una asociación automática con la letra de imprenta y no es necesario introducirla explícitamente, porque está en todos los cuentos y libros. También suelen aprender las mayúsculas de forma autónoma, porque las ven por todas partes.

La bandeja de arena

Para practicar la escritura de las letras que se van aprendiendo con las letras (y números) de papel de lija, se pone a disposición del niño, una bandeja con arena, sobre la que puede dibujar la letra con el dedo. Esto le permite trazarlas con los dedos, exactamente como las ha ido aprendiendo.

En lugar de arena normal, se puede usar arena de colores, o arroz, o cualquier otro material que permita dibujar las letras con facilidad y de una forma sensorial. Además, este recurso permite borrar fácilmente y empezar tantas veces como uno desee.

El alfabeto móvil

El alfabeto móvil es lo que permite al niño escribir palabras, una vez que ya saben identificar muchos de los fonemas y asociarlos a las letras correspondientes. Esto sucede normalmente antes de que el niño pueda escribir palabras en el papel. En general, el código de colores suele ser el mismo que para las letras de papel de lija: azul las vocales y rojas las consonantes.

Las palabras que escriban serán fonéticas. Nunca hay que corregir los errores de ortografía, ya que esto podría afectar al niño y parar su entusiasmo por escribir. Más adelante se irán introduciendo las reglas ortográficas poco a poco, pero al empezar es muy importante dejar que la curiosidad y el entusiasmo del niño por aprender a escribir no se vea afectado. 

En este caso, Olivia tenía un gran interés en escribir comidas del mundo para hacer en su bar (cocinita), con lo que ese fue su interés vital para aprender a escribir y eso es lo que escribía sin parar.

Os recomendamos elegir el alfabeto móvil que se entienda claramente y que se parezca a la forma de las letras de papel de lija. Es una elección personal. Habrá quien prefiera enseñar las letras escritas de una cierta manera, y otros de de otra. Con ataques, sin ataques, en cursiva, imprenta, etc… Lo importante en realidad es que el niño pueda escribir palabras. Una versión impresa, aunque menos sensorial que las letras de madera, también haría la función de este material y permitiría que el niño escribiera sin tener que escribir letras en un papel.

Una vez el niño empieza a escribir, se puede introducir una pauta para que pueda trabajar la caligrafía al escribir lo que le interese. Se empieza por una pauta de tamaño grande y se va reduciendo poco a poco. No son necesarios los cuadernos de caligrafía ni las copias de letras y palabras sin sentido. El propio interés del niño se encargará de escribir sin parar. También se pueden crear oportunidades, como escribir la lista de la compra, si lo desea.

La lectura

A medida que los niños vayan escribiendo más y más, se dará naturalmente el proceso de lectura, y empezarán a descifrar palabras. Este proceso también se puede acompañar de los pequeños objetos que utilizamos para los juegos de sonidos y crear juegos que les inviten a leer y asociar palabras. Al tener los objetos, se crea un contexto que el niño puede usar a la hora de descifrar la palabra. Cuando hicimos este juego con Olivia, puse inicialmente muy pocos objetos. Iba escribiendo las palabras delante de ella y le decía, a ver si adivinas qué estoy escribiendo. Me fue pidiendo más y más palabras hasta que después de unas 40 palabras emparejadas me dijo: “mamá, escríbelas TODAS”. 

Los objetos también se pueden esconder en bandejas de arroz de colores y que el niño tenga que ir encontrandolos según las notitas de papel.

Una vez el niño ha empezado a leer palabras, se puede jugar al tarro de las acciones. Dentro de un tarro se colocan trozos de papel rojos, con una palabra que indique una acción: reir, llorar, saltar, etc… Cada palabra estará plegada para no ver lo que está escrito. Por turnos, se irán tomando palabras del tarro y haciendo la acción que pone en el papel. Este juego les gusta mucho y no podrán parar.

Cuando ya leen palabras con facilidad, se pueden introducir frases cortas que el niño pueda leer. También se pueden poner en tiras de papel, pequeños versos de un poema corto o canción y que el niño los ordene. Una de las cosas que más les gusta es crear historias en las que ellos sean los protagonistas. Puedes crear frases para que las pueda leer y que dibuje lo que ha comprendido (solo si al niño le gusta dibujar). Nosotras lo hicimos como un juego y de cinco frases que preparé inicialmente, al final tuvimos un libro que llevamos a encuadernar, porque Olivia quería más y más frases. 

El proceso natural de lecto-escritura es maravilloso. Si se sigue al niño y su interés, sin forzar, florece con entusiasmo y pide más y más, ya que le parece fascinante poder ser capaz de comunicarse de esta manera. Nunca se corrige la ortografía para no desmotivar al niño. Las reglas ortográficas se introducen poco a poco. La gramática también se trabaja de forma manipulativa.